Para algunos la suerte es que les toque la lotería, que el equipo contrario marque de rebote o encontrarse una moneda de dos euros en la calle.
Para mí la suerte es otra cosa.
Para mí la suerte es descubrir que no todo lo que te ocurre tiene que ser malo, que a veces las cosas suceden por algo.
Para mí la suerte es darte cuenta de que existe algo que te inspira, que te alivia, algo con lo que te sientes realmente bien y con lo que no necesitas nada más, algo que realmente te gusta.
Es saber que existen personas que te entienden y te complementan, por quien te levantas con una sonrisa, alguien que te hace sentir feliz y te hace recordar siempre lo bueno.
Para mí la suerte es tener mala suerte, tener un día horrible o perder un tren pero saber que cerca de ti están personas geniales que te apoyan, con las que no tienes que fingir y puedes ser tu mismo, con las que puedes llorar, reír y llegar a entenderlas con tan solo una mirada.
La suerte es simplemente eso, teneros a mi lado, poder contar con vosotros en cada momento o saber que tenéis defectos y seguir pensando que sois PERFECTOS.
Gracias Sara Robles, por este precioso texto que escribiste en su día. Lo he recuperado en uno de los últimos artículos del blog que escribí cuando me fui de Erasmus a Inglaterra.
Hace poco quedamos varios amigos del instituto y, después de ponernos al día, nos preguntamos unos a otros cuál había sido nuestra mayor historia pendiente de aquella época adolescente. Y no nos referíamos a qué asignatura nos quedó por aprobar, ni a qué concierto nos hubiera gustado ir, ni cuál fue la droga que no probamos. Nos referíamos a con qué chica tuvimos la posibilidad de liarnos, y finalmente no lo hicimos.
Cuando llegó mi turno, no tardé ni 3 segundos en contestar, tenía clarísimo quién fue la mujer que me volvía loco en el instituto, vamos a llamarle Lucía. Fue mi anhelo constante, con quien imaginaba un futuro juntos viviendo en una casa de campo donde nos perderíamos ella y yo solos, y donde engendraríamos la mayor cantidad de hijos posible. Y como buen amor platónico que fue Lucía, nunca llegó a suceder nada entre nosotros, ni jamás sucederá porque ya está casada y tiene dos niños preciosos.
Lucía tenía un pelo castaño largo y liso que me volvía loco, le caía por debajo de las caderas y, cuando caminaba, su movimiento me hipnotizaba. Además, era la mujer que tenía los pechos más grandes de clase, por eso el resto de compañeras la miraban con una envidia que les corroía. Era imposible no imaginárselos porque, llevara la ropa que llevara puesta, sus curvas destacaban por encima de todo lo demás.
No sé quién le dijo a Lucía que yo estaba colado por ella, pero, cuando lo supo, cambió totalmente su actitud conmigo. Jugaba conmigo igual que el gato juega con el ratón al que tiene atrapado. A veces se me acercaba demasiado removiéndose el pelo, luego se alejaba y me tenía olvidado varias semanas, después me pedía algunos apuntes con un tono inocente y juguetón…
Ella tenía sus rolletes, y yo me ponía súper celoso cada vez que me enteraba de que Lucía se había besado con otro chico. Y lo peor es que lo sufría todo en silencio, nunca me atreví a decirle nada. Prefería mantenerla en un pedestal al que jamás podría acceder, a dar el paso, echarle un par de narices, y ser rechazado (o quizás no).
Fíjate lo mucho que me tocó la fibra Lucía, que me he acordado de un correo electrónico que me mandó hace 17 años preguntándome por cosas de clase, y rebuscando en mi cuenta… ¡lo he encontrado! Para mí, recibir este mensaje de Lucía fue un momento estelar, una de las mejores cosas que me podían pasar. Al fin ella me necesitaba para algo:
Cuando recibí este e-mail de Lucía me quedé con las piernas temblando, ¡No podía creer que me estuviera dando su número de teléfono! (Ojo al vocabulario que utilizábamos en aquella época, era súper lamentable)
Unos años después de terminar el instituto, cuando nuestros caminos ya se habían separado, un día me la encontré por la calle y nos pusimos a hablar. No sé muy bien cómo fue la conversación, pero le propuse una cita. Y ella aceptó.
Pasé a recogerla con el flamante BMW 320 que tenía mi familia en aquella época, un vehículo que haría las delicias de cualquier mujer con la edad que teníamos, poco más de 20 años. Lucía acudió a la cita con uno de sus mejores vestidos, con el que potenciaba sus curvas, dejando a la vista su generoso escote. Creo que es el día que más guapa la he visto, y se había preparado así para mi.
Fuimos a cenar, y creamos un ambiente muy agradable, poniéndonos al día de nuestras aventuras. Cuál fue mi sorpresa cuando, a la hora de pagar… ¡insistió varias veces para invitarme! Enserio, yo estaba alucinando, no sabía qué cosas malas vendrían después para compensar la buena suerte con la que me estaba agraciando la vida.
Nada más terminar la cena le propuse un plan especial: subir a Peña Cabarga para ver todo Santander a la luz de la luna. Es una montaña de 600 metros que está al otro lado de la bahía, desde donde divisas la capital de Cantabria y contemplas la inmensidad del mar subido en los cielos. Ella aceptó mi invitación sin dudarlo, confió en mi.
Se había quedado una noche de verano con una temperatura muy agradable. Salimos un rato a pasear por el campo que teníamos a nuestros pies, nos reímos escuchando los cencerros de las vacas y señalamos desde arriba nuestros lugares favoritos de Santander. Entonces regresamos al coche para continuar, estaba siendo la velada perfecta y lo mejor debería estar por venir.
Esto no te lo he dicho, pero el aparcamiento de Peña Cabarga podría considerarse el picadero oficial de la región, allí acuden las parejas para darse y recibir el amor que les une. Yo había aparcado en un rincón, alejado del resto de vehículos, para tener más intimidad y que nadie nos molestase. Entonces abrimos el par de cervezas que habíamos comprado en un chino – todavía estaban frías – y de vez en cuando nos mirábamos a los ojos fijamente, la tensión sexual que había dentro del coche parecía que iba a romperse en cualquier momento…
Después de algún que otro chascarrillo, y de reírnos por varias chorradas, le dije que estaba siendo una noche muy bonita juntos, y le pedí que me diera un abrazo. Ella lo aceptó, y cuando entrelacé mis brazos en su cuerpo con un movimiento suave, nuestros labios pasaron tan cerca que se rozaron ligeramente. Después nos separamos lentamente y continuamos hablando de cosas que, en el fondo, no nos sacaban de nada.
Poco a poco fuimos terminando las cervezas, hasta que se vaciaron. Le sugerí que era una buena hora para regresar, y le pareció bien. Bajamos a la ciudad, la dejé en su portal y yo me fui a dormir a mi casa, regresando exactamente igual que como habíamos subido a Peña Cabarga.
Así terminó la primera y última cita que tuve con Lucía, mi amor platónico. Al poco tiempo se echó novio – quien ahora es su marido – y tomamos distancia, como no podía ser de otra manera. Ahora, cuando veo las fotos con sus hijos, pienso que quizás todo podría haber cambiado si hubiera actuado diferente cuando la tuve rendida a mi merced, a apenas unos centímetros de que nuestros labios se fusionasen en un apasionado beso.
El Miedo, esa emoción que tantas malas pasadas nos juega, y que me impidió tener final feliz en Peña Cabarga junto a mi amor platónico
Mira, aquella noche Lucía no me puso un semáforo en verde para hacer lo que quisiera con ella, no. Me había encendido todas las luces de un estadio de fútbol en color verde apuntándome, y me estaba gritando al oído: ¡Ahora es el momento, AVANZA!
¿Y sabes por qué no hice caso a aquellas señales? Por el miedo al rechazo. Aunque en ese momento mi actitud me parecía de lo más normal, a día de hoy entiendo perfectamente por qué sentí miedo, y cómo podía haberlo superado para terminar como realmente me hubiera gustado terminar la cita: con los cristales del coche empañados por el calor que Lucía y yo estábamos desprendiendo en los asientos de atrás, mientras ella gemía desesperadamente y nuestros cuerpos se unían en uno solo.
Bien, antes de avanzar y meterme con la parte del miedo en el trading – es una emoción que vas a sentir sí o sí cuando tengas dinero en juego – primero quiero asentar las bases para tener claro a qué te estás enfrentando. Así entenderás qué es el miedo, qué causa el miedo, y cómo ponerlo a tu favor para tener un final feliz, sea con alguna mujer que te gusta, o con tus operaciones en bolsa. Así que vamos con la definición oficial del miedo, la que devuelve la RAE:
El miedo es una intensa emoción provocada por la percepción de un peligro, real o imaginario.
También es el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda lo contrario a lo que desea
Seguro que al leer la descripción has revivido esa sensación de angustia que te invade cuando caminas a oscuras por un lugar desconocido. Es muy desagradable pensar que puedes encontrarte al loco del «Resplandor» en la siguiente esquina armado con el hacha. Y lo que es peor, caminando a oscuras por el bosque sabes que, cualquier cosa que te pase, escapará fuera de tu control.
A algunos animales, como los ciervos, el miedo les paraliza. Por eso hay tantos accidentes en la carretera, porque el ciervo está cruzando tranquilamente, pero cuando aparece un coche, se queda paralizado por el pánico, mirando fijamente a las luces que se le acercan. Al conductor no le da tiempo a frenar, y llega el trompazo.
Pero no te pienses que el miedo sólo paraliza a los bichos, qué va. A muchos humanos nos ocurre lo mismo, con el miedo entramos en estado de alerta y no somos capaces de fijarnos en otra cosa más que en el foco de la angustia. Te olvidas de todo lo demás, sólo puedes centrar la atención en un punto y por eso llegan los errores, en el trading y en todo lo demás.
No es muy buena idea irse a una casa alejada de la civilización en mitad del invierno. Es normal sentir miedo cuando oyes ruidos extraños a tu alrededor
Gracias al miedo estás hoy aquí leyendo este artículo. Porque es una emoción que nos ayuda a sobrevivir
Hace poco leí «La Estrategia del Camaleón», donde el autor menciona distintos mecanismos de supervivencia que tienen un montón de especies. El más fácil de ver, y el más común, es el de la evasión. Es decir, evitar los conflictos en lugar de enfrentarlos.
Por eso un pez se aleja nadando cuando nota tu presencia cercana, porque prefiere quitarse de líos que ni le van ni le vienen, y que no sabe cómo van a terminar. Irse corriendo (o desaparecer) es la estrategia más sensata para que una especie perdure siglos. Pelear jugándote la vida está muy bien para mostrar la testosterona frente a las hembras que observan deleitadas el espectáculo, pero no es la estrategia óptima a largo plazo.
Sin el miedo no tendrías la necesidad de protegerte frente a un invasor que te acecha, o no serías precavido cuando estás pisando un terreno que desconoces. En definitiva, estarías todo el día tentando a la suerte con la vida pendiendo de un hilo, vivirías en una especie de deporte de riesgo constante. Serías como el niño de 5 años que cruza la calle tan tranquilo sin mirar antes a los lados, ignorando que un coche puede llevárselo por delante en menos de un segundo.
Entonces, ¿cómo puedo eliminar el miedo en situaciones que no corro peligro? Con el conocimiento y la disciplina
Mira, cuando el hombre de Neanderthal descubrió que vivía rodeado de otros animales no salió a pecho descubierto a enfrentarse a ellos y ver qué pasaba, no. Al principio también sintió miedo. Se había encontrado con unos bichos que no sabía cómo se movían, si eran fuertes o débiles, a qué velocidad se desplazaban…
Tenía que estudiarlos antes de tomar acción, y fue lo que hizo. Tardó en dominar el arte de la caza, no sucedió de la noche a la mañana, sino que fue un proceso lento. Necesitó tiempo para observar sus movimientos y hábitos, fijarse en sus puntos débiles y, entonces ya sí, atacarles.
Cuanto más tiempo dedicaba y más lo estudiaba, mejores resultados tenía cazando. Así se planteaba acechar nuevos animales, formaba a los aprendices de cazadores, o, como le iba mejor, conseguía más recursos para tener provisiones en las malas épocas. Una vez que había adquirido los conocimientos el miedo había desaparecido y lo había sustituido por confianza.
Alguna vez habrás escuchado eso de que «El conocimiento es poder«, pues es cierto. Cuanto más dominas un tema mejor respondes ante los imprevistos. El ignorante hace movimientos en falso, y quien ha entrenado dispara en la diana.
Imagina que estás en un ejército a punto de entrar en combate. Si haces lo que tu cuerpo pide, salir corriendo despavorido en mitad de la batalla, serás un blanco fácil, el enemigo terminará contigo sin despeinarse. Sólo sobrevivirás estando preparado, con meses de entrenamiento y ejecutando el plan con disciplina.
Bien, una vez que sabes qué causa el miedo – elementos desconocidos -, el verdadero motivo del miedo – escapar para sobrevivir y perpetuar la especie -, y cómo se elimina el miedo – teniendo conocimientos sobre la amenaza que te acecha -, vamos a poner esta realidad en tu favor, para mejorar tus resultados en trading. Que tú has entrado en este negocio para salir con más billetes de los que empezaste. No para sentir más miedo que vergüenza.
Antes de atreverse a cazar, el Hombre Neanderthal estudió a sus presas. No podía permitirse fallos. En ese ambiente hostil, hubiera sido la diferencia entre vivir o morir.
El Miedo en el Trading se manifiesta en estas dos ocasiones:
#1. No abres una operación ganadora porque cambias de idea a última hora. Te arrugas en el momento clave
Llevas toda la jornada esperando que el precio llegue a XXX para darle a la tecla, estás siendo paciente… y cuando sucede delante tus ojos lo que querías, retiras la orden. Poco después viene el cuento de nunca acabar: el siguiente movimiento se da exactamente como habías pensado. Parece que el mercado te hubiera leído la mente.
Y mientras el precio se dirige al objetivo que habías planteado, tú estás fuera de la fiesta mirando cómo los demás se lo pasan bien. No entiendes cómo no estás ahí dentro, si tenías la invitación para acudir. ¿Por qué te retiraste si la trade tenía lógica y era racional?
Enseguida vas a encontrar el remedio para que nunca más te vuelva a suceder. Y no tengas que pasar por este mal trago.
#2. Cierras antes de que el precio llegue al Take Profit por temor a que se gire
A veces una trade se te hace más larga de lo habitual. No ha pasado nada extraño, pero miras el reloj y los minutos se te hacen horas. Aunque tienes ganancias latentes, empiezan a sonar vocecillas malignas en tu interior que te hacen dudar de ti mismo.
Te sientes más incómodo y empiezas a hacer cosas raras, como cambiar la temporalidad. Habías entrado en gráfico Diario, te dijiste que la trade iba para largo, pero te pasas al de 1 hora y terminas en el de 5 minutos, porque en realidad estás buscando una excusa para salir de ahí. Aunque el marcador se muestra en verde, parece que en cualquier momento se van a girar y van a ir a por tu Stop Loss.
En cuanto el precio va un poco en contra no aguantas más y haces click, ya estás fuera. Has perdido la batalla mental, pero al menos has ganado unos eurillos. Menos es nada, te dices.
Poco después llega el impulso que estabas esperando, el que habías planteado desde el principio. Lo observas con rabia desde fuera, porque hace nada tomaste la pésima decisión de salir antes de tiempo. Te has dejado en el camino más de la mitad del beneficio.
En cambio, cuando el precio va a por el Stop aguantas hasta el final. Cortando las ganancias y dejando correr las pérdidas no salen las cuentas, y lo sabes. Prometes que será la última vez…
Pero, en lo más profundo de tu ser sabes que es mentira. Que volverás a caer en el mismo fallo. Porque tu mente volverá a sabotearte de nuevo.
Llegamos al mejor truco para SUPERAR EL MIEDO en el Trading
Lo primero que debes saber después de leer este titular un tanto llamativo, es que los trucos es mejor dejárselos a los magos, que aquí no vas a encontrar soluciones mágicas. Mira, si no aguantas las trades hasta que llegan a su Take Profit, o te achantas cuando tienes que darle al botón en una operación ganadora, es porque todavía no tienes la suficiente confianza en el sistema que sigues. Y la única manera para creer en lo que estás haciendo es echarle horas de vuelo, haciendo una operación detrás de otra.
El truco que te voy a dar ahora es un pequeño parche de ese trabajo de fondo que solamente puedes hacer tú. Te puede ayudar si todavía te pones un poco nervioso, pero tu objetivo no es ir colocando parches a una rueda que está pinchada. Tu misión es entender una estrategia desde el principio hasta el final, con sus puntos fuertes y débiles, para así sacarle el máximo partido.
Por eso el curso de trading que tienes en esta academia dura 6 meses. Porque seguir una estrategia – sea cual sea – está bien, pero la experiencia define al ganador del perdedor, a quien se rinde antes de tiempo de quien persevera. Como hasta que creas en tu sistema a ciegas pueden pasar meses, puedes ir probando con esto:
Dejas puestas las órdenes pendientes con Stop Loss, Take Profit…
Y te retiras de la pantalla
Así evitas el desgaste psicológico que supone estar delante del gráfico viendo cómo el precio fluctúa arriba y abajo. Porque la bolsa y los mercados están diseñados para buscarte el fallo. Y cuanto más tiempo estás expuesto, más probable es que metas la pata hasta el fondo.
Si colocas tus órdenes y cierras la plataforma pase lo que pase, es imposible que cometas ningún error. Otra cosa es que la estrategia funcione o no funcione, que eso ya tendrás tiempo de probarlo con un histórico lo suficientemente amplio. Lo que te propongo con esta técnica es sacar de la ecuación el error humano en el que cualquiera puede caer.
Como bien dice el refrán: ojos que no ven, corazón que no siente. Y no me estoy refiriendo a ningún desengaño amoroso, no. Me estoy refiriendo a que si no ves el precio y confías en tu planteamiento frío y racional, es más probable que lleguen las alegrías a tu cuenta.
Aquí ves una Buy Limit colocada si el Nasdaq100 cae, y una Sell Limit puesta arriba, por si hace un tramo alcista. Las dos órdenes tienen el Profit y el Stop puesto. Y a esperar
Y ya para rematar te cuento el último motivo por el que dejar las órdenes puestas y marcharte es una gran decisión: la tremenda satisfacción que da sacar un Profit en el que no has sufrido ni un minuto. Comprobar que la orden pendiente ha sido un éxito es el premio al trabajo de investigación previo. Ver que el plan ha salido tal y como imaginabas es un lujo.
Por no hablar del tiempo que te ahorras, el activo más valioso que tienes en esta vida, el único que no puedes volver a comprar una vez que lo has consumido. Dime de qué te sirve pasar 12 horas delante de las pantallas si luego no disfrutas de las mejores cosas, las que son más sencillas, como dar un paseo a mediodía alrededor de tu casa. No me compares la tranquilidad mental que te aporta un planteamiento mucho más tranquilo, en vez de estar dejándote los ojos haciendo Scalping consumido por la ansiedad.
Repito la base de todo esto: para dejar las órdenes puestas necesitas una estrategia, un sistema, un plan con el que ir a la batalla. ¿Por qué no empiezas definiendo el Setup, las reglas para entrar al mercado? En este artículo encontrarás cómo crearlas:
Tengo una buena noticia: sentir miedo es una de las mejores cosas que te pueden pasar haciendo trading. Y también en la vida.
Una regla no escrita sobre las decisiones de la vida, es que las mejores siempre causan pavor. Recuerdo cuando compré mi casa en un pueblo a las afueras de Madrid. Todo el mundo alrededor me decía que lo pensara dos veces, que igual era mejor echarme para atrás, hasta yo mismo dudé sobre lo que estaba haciendo.
¿Cómo iba a endeudarme tantos miles de euros a más de 25 años? ¿Y si pasaba cualquier cosa y no podía pagar? ¿Y si… (pon aquí la excusa que quieras)?
Luego, con el paso de los años, el tiempo me ha demostrado que fue una grandísima adquisición. Incluso he recibido ofertas para comprármela, ¡sin tenerla puesta a la venta! Seguro que a ti también te ha causado pavor dar alguno de los pasos que más satisfacción te han proporcionado en la vida. Casi todo el mundo dice que tener un hijo asusta mucho, pero no encontrarás nada comparable a la satisfacción que te dará.
Bien, pues en el trading sucede exactamente lo mismo. Si te das cuenta, te he dicho que el miedo sale a escena cuando la operación va a ser buena, y tu cabeza te hace trampas pidiéndote salir ahí. Pero es que cuando estás súper confiado en que una trade llegará a su Take Profit si o sí… lagarto lagarto. Haz el análisis un par de veces más porque seguramente haya gato encerrado.
Al igual que también da un poco de reparo al curso de trading que encuentras en esta academia. Porque es un poco más caro que el resto, porque dura demasiado tiempo, porque todas las semanas vas a tener encima a un tutor que no te va a dejar ni respirar… Entiendo que no es lo más cómodo, pero si quieres un final feliz en la aventura de los mercados, es el dolor por el que te toca pasar.
O aprendes una estrategia clara y la implementas todos los días, o date por fastidiado. Olvídate de atajos y coge el toro por los cuernos, que la recompensa merecerá la pena. Tienes más información del curso en el siguiente enlace:
6 meses de trading con tutorías y operativa en directo. El sistema de Reversión a la Media
Y recuerda cómo utilizar el miedo para ponerlo a tu favor: con unas reglas sólidas y desconectando de las pantallas una vez que has tomado la acción. Que nadie va a desconectarse por ti 😉
El consejo de trading, por Enrique Mazón
Curso de Trading de 6 meses